Gastamos dinero a lo tonto: seis errores que cometemos y cómo evitarlos
10:19:00
Nuestro dinero vuela. Muchos somos los que en algún momento hemos creído que los billetes tienen vida propia y se escapan de nuestra cartera. Aunque no seamos conscientes estamos gastando continuamente y en muchas ocasiones lo hacemos sin necesidad alguna.
La línea que separa a los números rojos de la holgura económica es muy estrecha y el estar a un lado u otro depende de esos pequeños hábitos de los que no somos conscientes. Un artículo de Learnvest señala los errores que solemos cometer habitualmente y cómo podemos solucionarlos para que nuestra economía pueda respirar con más tranquilidad.
1. Has encontrado una ganga
Qué habitual es encontrarnos con esos vaqueros tan rebajados que no necesitas para nada. O esos cupones de descuento que funcionan a partir de cincuenta euros de compra y caducan en dos semanas. Este ahorro solo será tal cuando se adquiera algo que realmente sea necesario. Si no será un gasto menor que el habitual pero, al fin y al cabo, un gasto.
El doctor en psiquiatría de la Universidad de California Reef Karim afirma que al caer en esta ‘trampa’ se puede entrar en una dinámica de euforia adictiva. Hay que reconocer que aprovechar cuando un producto está rebajado es positivo, pero para evitar caer en la tentación hemos de tener varios conceptos en la cabeza.
El primero de ellos es ver cómo afecta a nuestra economía. Si tenemos que tirar de tarjeta de crédito, es muy probable que no sea una buena idea. También es deseable mantener especial cautela cuando visitemos páginas de descuento que inciten al consumo. Por último, el paso más importante consiste en hacer balance sobre si realmente es necesario el gasto que vamos a realizar o tan solo estamos tirando el dinero.
2. Necesitas que tu casa esté preciosa
Al prohibitivo precio de las viviendas hay que añadir los elevados gastos para amueblarlo. Es muy habitual que al entrar en una nueva casa aumenten considerablemente las ganas de adquirir productos que le den un toque personal. En mucha ocasiones se acaba por derrochar dinero en muebles o complementos que no necesitamos.
Un buen método para evitar este impulso consiste en apuntar todo aquello que consideremos imprescindible y crear un plan de gasto realista para ello. Así no caeremos en la tentación de comprar compulsivamente y esos pequeños caprichos los iremos añadiendo paulatinamente para no dañar nuestra economía.
3. Cuidado con los ingresos extraordinarios
Cuando recibimos más dinero de lo habitual, esperada o inesperadamente (nos toca un pequeño premio de la lotería, nos llega una paga extra, recibimos una herencia…), tendemos a aumentar nuestros motores de gasto.
La razón es que es este dinero que acaba de llegar a nuestra vida, en muchas ocasiones lo hemos obtenido sin nuestro esfuerzo y sentimos menos apego a él. Un buen plan consiste en ahorrar hasta tener un colchón mínimo de seis meses. Cuando se tenga esto se produzca podremos gastar el dinero en cosas divertidas, pero siempre con cabeza. Una actividad que puede ayudarnos a mejorar nuestra economía es invertir un 10% de ese dinero en fondos que puedan darnos rentabilidad.
4. Compararse con el entorno
Todos tenemos conocidos, amigos, vecinos o familiares con un elevado tren de vida, y cuando estamos con ellos tenemos miedo a parecer tacaño o avaro. En ocasiones caemos en el error de creer que para encajar en un ambiente necesitamos comportarnos de la misma forma, aunque incida negativamente en nuestra economía.
Que alguien lleve una vida plagada de lujos no tiene por qué significar que estén gestionando bien su dinero. Cada persona tiene una realidad económica diferente y nunca debemos compararnos con el entorno ni imitar sus costumbres. Para evitar estos gastos excesivos una idea consiste en funcionar a dos velocidades. Con las personas que comparten nuestros niveles de gastos podemos hacer los planes habituales como ir a cenar. Mientras, con los más derrochadores les propondremos tomar una caña, un café o hacer una excursión al campo, actividades mucho más asequibles.
5. Los gastos en vacaciones
En vacaciones gastamos más, no pasa nada, es normal. En estos días de descanso es habitual dejar a un lado las preocupaciones de nuestra rutina, y en materia económica también nos suele pasar.
Abandonar estas preocupaciones por unos días es bueno, pero solemos cometer el error de presupuestar solamente el hotel o apartamento y el transporte. El resto de gastos en las vacaciones, que son muy numerosos, los olvidamos y esto provoca que perdamos el control de nuestro dinero y aumente notablemente el precio de esos días.
Para evitarlo, podemos hacer un boceto de los gastos antes de empezar nuestros días de asueto. En él debe aparecer el gasto en alojamiento, transporte, comidas, compras… No tenemos por qué seguirlo a rajatabla, pero nos servirá para tener más controladas nuestras finanzas y ser consciente de en qué podemos derrochar y en qué no.
6. Las ocasiones especiales
Cumpleaños, aniversarios, ascensos, fiestas de navidad… Si nos parásemos a pensar por un momento en todas las fiestas y fechas señaladas en las que podríamos derrochar dinero, nos entraría un ataque de nervios.
Normalmente este tipo de celebraciones no las tenemos en cuenta en nuestra contabilidad regular, se caracterizan por ser impulsivas y creemos que gastar mucho dinero es necesario para demostrar el aprecio hacia una persona.
Gran parte de estos acontecimientos los conocemos con antelación, por lo que podemos dedicar un fondo dedicado a ello y así tenerlo mucho más planificado. Por otro lado, es ridícula la mentalidad ‘hipercapitalista’ de tener que gastar mucho en alguien importante. Un regalo personal no tiene por qué ser caro y hará la misma ilusión o más que otro con un precio desorbitado.
La línea que separa a los números rojos de la holgura económica es muy estrecha y el estar a un lado u otro depende de esos pequeños hábitos de los que no somos conscientes. Un artículo de Learnvest señala los errores que solemos cometer habitualmente y cómo podemos solucionarlos para que nuestra economía pueda respirar con más tranquilidad.
Qué habitual es encontrarnos con esos vaqueros tan rebajados que no necesitas para nada. O esos cupones de descuento que funcionan a partir de cincuenta euros de compra y caducan en dos semanas. Este ahorro solo será tal cuando se adquiera algo que realmente sea necesario. Si no será un gasto menor que el habitual pero, al fin y al cabo, un gasto.
El doctor en psiquiatría de la Universidad de California Reef Karim afirma que al caer en esta ‘trampa’ se puede entrar en una dinámica de euforia adictiva. Hay que reconocer que aprovechar cuando un producto está rebajado es positivo, pero para evitar caer en la tentación hemos de tener varios conceptos en la cabeza.
El primero de ellos es ver cómo afecta a nuestra economía. Si tenemos que tirar de tarjeta de crédito, es muy probable que no sea una buena idea. También es deseable mantener especial cautela cuando visitemos páginas de descuento que inciten al consumo. Por último, el paso más importante consiste en hacer balance sobre si realmente es necesario el gasto que vamos a realizar o tan solo estamos tirando el dinero.
2. Necesitas que tu casa esté preciosa
Al prohibitivo precio de las viviendas hay que añadir los elevados gastos para amueblarlo. Es muy habitual que al entrar en una nueva casa aumenten considerablemente las ganas de adquirir productos que le den un toque personal. En mucha ocasiones se acaba por derrochar dinero en muebles o complementos que no necesitamos.
Un buen método para evitar este impulso consiste en apuntar todo aquello que consideremos imprescindible y crear un plan de gasto realista para ello. Así no caeremos en la tentación de comprar compulsivamente y esos pequeños caprichos los iremos añadiendo paulatinamente para no dañar nuestra economía.
3. Cuidado con los ingresos extraordinarios
Cuando recibimos más dinero de lo habitual, esperada o inesperadamente (nos toca un pequeño premio de la lotería, nos llega una paga extra, recibimos una herencia…), tendemos a aumentar nuestros motores de gasto.
La razón es que es este dinero que acaba de llegar a nuestra vida, en muchas ocasiones lo hemos obtenido sin nuestro esfuerzo y sentimos menos apego a él. Un buen plan consiste en ahorrar hasta tener un colchón mínimo de seis meses. Cuando se tenga esto se produzca podremos gastar el dinero en cosas divertidas, pero siempre con cabeza. Una actividad que puede ayudarnos a mejorar nuestra economía es invertir un 10% de ese dinero en fondos que puedan darnos rentabilidad.
4. Compararse con el entorno
Todos tenemos conocidos, amigos, vecinos o familiares con un elevado tren de vida, y cuando estamos con ellos tenemos miedo a parecer tacaño o avaro. En ocasiones caemos en el error de creer que para encajar en un ambiente necesitamos comportarnos de la misma forma, aunque incida negativamente en nuestra economía.
Que alguien lleve una vida plagada de lujos no tiene por qué significar que estén gestionando bien su dinero. Cada persona tiene una realidad económica diferente y nunca debemos compararnos con el entorno ni imitar sus costumbres. Para evitar estos gastos excesivos una idea consiste en funcionar a dos velocidades. Con las personas que comparten nuestros niveles de gastos podemos hacer los planes habituales como ir a cenar. Mientras, con los más derrochadores les propondremos tomar una caña, un café o hacer una excursión al campo, actividades mucho más asequibles.
5. Los gastos en vacaciones
En vacaciones gastamos más, no pasa nada, es normal. En estos días de descanso es habitual dejar a un lado las preocupaciones de nuestra rutina, y en materia económica también nos suele pasar.
Abandonar estas preocupaciones por unos días es bueno, pero solemos cometer el error de presupuestar solamente el hotel o apartamento y el transporte. El resto de gastos en las vacaciones, que son muy numerosos, los olvidamos y esto provoca que perdamos el control de nuestro dinero y aumente notablemente el precio de esos días.
Para evitarlo, podemos hacer un boceto de los gastos antes de empezar nuestros días de asueto. En él debe aparecer el gasto en alojamiento, transporte, comidas, compras… No tenemos por qué seguirlo a rajatabla, pero nos servirá para tener más controladas nuestras finanzas y ser consciente de en qué podemos derrochar y en qué no.
6. Las ocasiones especiales
Cumpleaños, aniversarios, ascensos, fiestas de navidad… Si nos parásemos a pensar por un momento en todas las fiestas y fechas señaladas en las que podríamos derrochar dinero, nos entraría un ataque de nervios.
Normalmente este tipo de celebraciones no las tenemos en cuenta en nuestra contabilidad regular, se caracterizan por ser impulsivas y creemos que gastar mucho dinero es necesario para demostrar el aprecio hacia una persona.
Gran parte de estos acontecimientos los conocemos con antelación, por lo que podemos dedicar un fondo dedicado a ello y así tenerlo mucho más planificado. Por otro lado, es ridícula la mentalidad ‘hipercapitalista’ de tener que gastar mucho en alguien importante. Un regalo personal no tiene por qué ser caro y hará la misma ilusión o más que otro con un precio desorbitado.
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